domingo, 19 de junio de 2011

Puzles, sacos y arena.


Puedes pasarte la vida escondiéndote de tus miedos y de todos tu deseos, mas no dudes que ellos te encontrarán siempre.
Cuando quieres algo, haces lo imposible por conseguirlo, cuando deseas que eso que quieres también te quiera a ti, ya sea un hámster, un libro, una persona, deseas que todo esté en perfecto estado, que todo encaje según tus sentimientos, que todo sea un puzzle de cuatro piezas muy lógicas y fáciles.
A veces te encuentras con que cada pieza de ese puzzle tiene otras cuatro más, y esas cuatro, cada una, otras cuatro más... y así sucesivamente.
Podemos pensar que visto desde lejos es una única pieza entera que forma un paisaje muy bonito.
Bien, después de explicar esta metáfora, apliquémosla a la vida real. El puzzle es tu vida, son tus momentos, tus deseos, tus objetivos, tus metas, tus logros, tus errores. Todos los vas formando tú mediante las piezas que encuentras en tu cabeza, buscas que encajen para poder formar una armonía en tu vida.
A veces por más que buscas una que encaje con la otra parte del gorro rojo de la señora de larga melena rubia, no la encuentras, sabes cómo es aunque no la hayas visto nunca, pero sólo habrá otra mitad como esa.
Muchas veces, sabes cuáles son las respuestas a tu vida, tus acciones e incluso tus problemas, pero no lo encuentras dentro de tu cabeza.
Tu interior se mueve constantemente, divaga sin parar, recorriéndo todas las partes de tu cuerpo. El amor, se siente hasta en las yemas de los dedos. La rabia, hasta en los dientes. Y el placer, te eriza todo tu cuerpo dejando la piel de gallina, provocándote un escalofrío que estremece cada recoveco de tu organismo.
Cada uno tiene una profundidad. Cada uno tiene un tope. A veces el interior se une con la profundidad. Es como un saco de arena. En el saco caben 3 kg de arena, si tú metes 2 kg de Arena cabrá a la perfección, y de hecho, sobrará un espacio equivalente a 1 kg. Si tú intentas meter 4 kg, la arena desbordará, y muchos granitos se perderán. No porque el saco no quiera tener 4 kg, si no porque no puede.
Por desgracia o fortuna, (según lo mires) la profundidad del ser humano a veces llega a ser infinita, pero la sensación sigue siendo agobiante cuando hay mucho interior.
Esa sensación de sentirte llena. Pero no "completa", ni tampoco "realizada". Es un relleno incómodo, porque no controlas el orden ahí dentro. Todo está desordenado, nada va donde tiene que ir. Entonces tu interior desorienta a los sentimientos. Los sentimientos se descolocan y mandan al cerebro todos los estímulos correspondiente que recibe del interior, por lo tanto... tendrás ganas de llorar de emoción, rabia, tristeza... tendrás ganas de gritar de rabia, de emoción, de tristeza... y tendrás ganas de reír y sonreír. Pero también tendrás ganas de no hacer ninguna de esas cosas. Sólo... "estar", "ser". Que algo sea como tenga que ser. Que no haya una calificación exacta para las cosas. La rabia no es mala. Simplemente es. ¿Quién decide que la rabia es mala?.
Simplemente hay veces en las que de tanto agobio, sufres, y al sufrir buscas un camino para no hacerlo, y al buscar encuentras piezas por el camino de tu vida que se te han caído de el saco de arena, y al encontrar la pieza del sombrero que te faltaba, terminas una zona del puzzle en la que se aprecia claramente qué es lo que hay dibujado en ella. Y al terminar una parte del puzzle, te vas acercando al tema del que trata el dibujo del puzzle, haciendo que tus sentimientos poco a poco se organicen más. Y tú lentamente y con paciencia te vas vaciando de tanta ponzoña inservible.
Un día cualquiera, a las 2:26 de la mañana, la persona que necesita escribir para liberarse.
Querida almohada, te debo mis desiciones.

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