jueves, 30 de junio de 2011

Hazte sonar.

Me levanté de la cama, me miré al espejo, que lo coloqué ahí aposta sabiendo que cada mañana me levantaría y me miraría en él. Vería a esa chica fuerte, a esa chica dura, como las piedras, que está trabajando por ser feliz.
Aquella mañana, la vi diferente. Me asustó esa seguridad que tenía en sí misma, me costaba pensar que esa, era yo, era mi reflejo. Derrepente, la vi más madura, como más mayor, sabía quién era y lo que hacía. Se quería, confiaba en sí misma. Si decía que no, sería un no. Si decía que sí, sería un sí. De ideas claras.
Me levanté a prepararme un café. Estaba ya hecho, ¿qué había pasado? Ya recuerdo, la noche anterior pensé en hacérmelo en ese momento y así no tenía que hacérmelo hoy por la mañana. ¿Y por qué no se me ocurrió antes?. Disfruté del café caliente. Me senté en el sofá naranja y me acomodé los cojines negros en la espalda. Me quedé mirando a un punto fijo, como en trance. Pensando en qué es lo que estaba sucediendo en mi interior. Me sentía diferente. Me sentía bien. Esa mañana me vestí con tacones para que mis pasos sonasen allá donde pisaran.

miércoles, 29 de junio de 2011

Sin más.#

Le apetecía un soufflé achocolatado, me encanta hacerlos, y más si son para él... Me levanté de la cama no sin antes darle un beso en los labios, corto, cariñoso y con mucho amor. Me entró un escalofrío al notar el aire frío de la mañana por mi pecho desnudo. Agarré la camisa que había tirada en el suelo, era de él. 
Le miré mientras le hacía un gesto con la mano y reía su gracia, acababa de mirarme de arriba abajo mordiéndose el labio. 
Me encantaba todo de él, su sonrisa, sus tonterías, la forma en la que me avergüenza, sus ojos rasgados mirando mi cuerpo. Me gusta, me encanta, le adoro. Estaba segura de lo que quería, de con quién estaba compartiendo mi cuerpo y mi corazón. Quería estar con él, quería que eso no se acabase jamás.
Noté el frío de las baldosas en la planta de mis pies desnudos. Me estremecí. Me puse de puntillas para agarrar el bote de harina que había en la encimera más lejana. No llegaba, era imposible. Puse una rodilla en la encimera más baja y me subí a ella. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando noté sus manos recorrer mi cintura, acariciándome, despacio, con suavidad. Me giré lentamente mientras agarraba el bote de harina con la mano derecha. Era él, eran sus manos, su suavidad. Mostraba su torso natural, sin nada que le tapase los perfectos músculos marcados. Una oleada de calor y hormigueo me invadió la espalda y la tripa cuando noté sus labios sobre mi hombro. Di un brinco para incorporarme de pie en el suelo de nuevo. Rodeé su cuello con mis brazos mientras acercaba mis labios a los suyos y miraba sus ojos fijamente. Sus manos agarraron mi trasero. Dejé escapar un gemido. Su lengua y la mía se enredaron en un sin fin, sus manos acariciaban mi espalda, mi cintura, las mías se enredaban a su cuello, a su cara, a sus pectorales. Su respiración y la mía se unían en una sola, yo respiraba lo que él expiraba y viceversa.
Hice un movimiento con la mano derecha de la que me arrepentí. Sin quererlo se abrió el bote de harina y le manché la cabeza y la mitad de la cara de polvo de trigo. Sus labios dejaron de moverse de golpe. Sus ojos se abrieron grandes para atravesarme con la mirada. Su boca se abrió en gesto de indignación. Se separó de mí con ternura posando sus manos en mi cintura. Yo no sabía qué decir, ni cómo reaccionar, me quedé inmóvil.
-Yo, lo sien...
Derrepente sentí un golpetazo de harina en la cara, en la parte derecha. Me entró en la nariz llegando a la garganta y comencé a toser. Sí, había empezado el juego de la harina. Agarré un puñado más de harina y se metí por detrás del pantalón. Se estremeció. Él me imitó casi al mismo tiempo que yo. Entre risas la harina se acabó del bote, ya no había soufflé. 
-Te has quedado sin soufflé, señorito.- Dije entre risas, risas verdaderas, felices.
-Tú eres mi pastel.- me arrebató un beso.
Le amaba, le amaba como nunca jamás lo había hecho. Y él a mí también, lo sabía. Lo sentía.

lunes, 27 de junio de 2011

Con venir y ver tu rostro, bastaba.

-Buenos días.
-Buenos días...- su voz temblaba extraña.
Sabía a qué había venido, pero no entendía por qué a esas horas de la mañana, cuando ni siquiera los pájaros piaban y el sol aún seguía dormido.
-¿Puedes decirme qué haces aquí?- en realidad, yo, lo sabía, pero quería oírlo de su boca.
-Venía a recuperarte.- dejó el temblor a un lado.
-Ya, ¿y si no me recuperas?, ¿has pensado en esa posibilidad?
Le quería, le amaba, realmente, me moría por sus huesos, no quería que se fuese de allí, quería agarrarle su rostro y besarle, besarle una y otra vez, repetirle que era suya, que mi corazón es suyo y siempre lo ha sido desde el día en que le conocí. Quería decirle que sin él mis noches no eran las mismas, sin él, estaban, vacías, secas, sin sonrísas de fondo, sin te quieros volando en la habitación, pero me había hecho tanto daño, que mi orgullo base del respeto a las personas, me impedía demostrárselo. 
-Sí, lo he pensado, pero si no lo intento me quedaré toda mi vida preguntándome si tú hubieses sido la mujer de mi vida si lo hubiese intentado.- Sus ojos se volvían brillantes como las estrellas que iluminaban su perfecta cara, sus facciones, todo en él era perfecto.- Yo... te quiero, a ti.- derrepente me pareció más mayor, como más maduro, como si hubiese crecido como persona.
-Debería cerrarte la puerta y darte en las narices, irme, subir a mi cuarto y desde la ventana, escupirte o simplemente tirarte tomates a la cabeza. Sí, eso debería hacer.
-¿Y a qué esperas?- sus ojos se fijaron en los míos como si su vida dependiese de transmitirme su interior con la mirada porque no tuviese voz para ello.
Su dedo índice, acarició mi mejilla, arrastrando algo consigo, no sabía el qué hasta que separó su dedo de mi cara. Estaba mojado, reconocía ese brillo, ese agua salada llena de sentimientos. Eran mis lágrimas, cuando me quise dar cuenta mis ojos se habían derrumbado sin tan siquiera avisarme. Sin más, las ganas de verle, la añoranza que me invadía en ese momento me superó y me aferré a sus brazos.
-Te... 
Me interrumpió poniéndome un dedo en los labios. Hundió mi cabeza en su clavícula derecha acariciándome la espalda con la otra mano.
-Yo también.- susurró siendo apenas inaudible.

#

Me encanta quedarme mirando fijamente la pantalla de mi ordenador, en la página de mi blog, en "creación de entradas", pensando qué puedo poner sobre ti, sin que sea demasiado llamativo, pero lo suficiente para que te des por aludido.

domingo, 26 de junio de 2011

Todo se puede superar.

Sus brazos se apoyaron sobre la pared dejándome a mí entre ellos. Su cara y la mía estaban a escasos centímetros. Mis ojos se clavaron en los suyos. Cada vez se acercaba más, tanto que llegué a sentir su respiración, caliente y pausada sobre mis labios. Me estremeció esa sensación. Me despegué de la pared y nuestras cara se rozaban ligeramente la nariz.
-¿Qué piensas?.- pregunté a la deriva.
-En que quiero besarte como nunca.- Miré sus labios pronunciar esa frase.
-¿Qué crees que hará distinto este beso a los demás?.
Separó la mano derecha de la pared para posarla sobre mi mejilla. Sus ojos recorrían cada facción de mi rostro.
Sin dejar que él fuese el que se lanzase a darme ese especial beso, acerqué mis labios a los suyos. Me proporcionó un beso lento, tierno, dulce, podía sentir cada centímetro de sus labios. Nuestra saliva se unía cuando nuestras lenguas tocaban. Sus manos alcanzaron mi cintura, notaba sus dedos por el borde de mi ropa interior, por debajo de mi camiseta, sólo acariciaba. Su respiración agitada hacía agitarse a la mía. Mi paladar sentía un sabor exquisito, sabía a amor, sabía a sinceridad, sabía a pasión. Cuando se separó de mis labios, me miró fijamente mientras me agarraba la cara, esta vez con las dos manos.
-Te quiero.- susurró entre suspiros.
-Tú.- musité. -Tú eres al que yo quiero.- le recordé.

Que en realidad no te quiero.

Te digo que te quiero. Te lo repito a diario, a diario como unas treinta veces. Te lo digo de corazón. Te digo que no sé cómo decirte exactamente lo que te quiero. Pero, ¿sabes ese paso entre el "te quiero" y el "te amo"? pues es ese el que estoy pasando, realmente ya no te quiero. Y creo que no te digo que te amo porque igual te asustas de la cantidad de amor que desbordo sobre ti. Entonces te miento, porque en realidad te amo.
Es tu sonrisa, tus ojos, tus labios. Tus manos que me acarician, que me tocan. Tus abrazos por la cintura.
Es todo tú. Tú.

jueves, 23 de junio de 2011

miércoles, 22 de junio de 2011

Valores#

Yo intento mantener lo que cada día lucha por mí, las personas que me quieren y me hacen sonreír.
Otros se empeñan en quejarse cuando las personas no están o cuando les faltan al necesitarlas, pero igual no veis que son primero las personas las que les necesitan a ellos.

lunes, 20 de junio de 2011

-¿Qué quieres que te diga?, ¿quieres que te regale los oídos?, ¿quieres que te mienta?, ¿es eso?, en ese caso, lo haré.
-No me mientes al decirme que me amas.
-Ah, ¿no?, ¿y tú que narices sabes?, ¡maldita sea!.
-Lo sé, porque yo también quiero deshacerme de ti, olvidarme de ti, y olvidarme de ti.
-Pues..
-Cállate y bésame.
No pasaron ni 3 segundos cuando sus labios se apretaron con los míos.

Mi paz.

Siento la necesidad de escribir, de expresarme, de hacer lo único que verdaderamente me desahoga.
Ni siquiera sé qué es lo que tengo que decir, quiero pensar cosas, reflexionar, pero no sé qué. He entrado en un estado de ablandamiento y dulzura en el que no me he encontrado mas que dos o tres veces. Mi vida, que ha sido una constante marea, con olas rompiendo sobre rocas.
A día de hoy, mi mente es una marea en un día tormentoso, sin aclarar, confuso, perdido... Sin embargo, mi corazón, que siempre se ha mantenido estable exceptuando una vez y sólo una, no se ha movido de su sitio y ha esperado tranquilamente y sin prisas a tener un compañero que le cuide, le mime, le quiera y le regale promesas. Ha tenido de todo tipo, verdaderos compañeros que le han hecho muy feliz en poco tiempo, ha creído que eran para siempre, pero sus compañeros se achantaban ante esa gran frase. Unos menos que otros, pero todos han dimitido.
Y cuando creí que mi corazón estaba solo, y tenía que cuidarlo sólo y únicamente yo, que no hay nadie mejor que yo para cuidarle y darle el cariño que merece. Lo mejor no es buscar un alma que cuide de ti, lo mejor es encontrar un alma que te ayude a ti a cuidarlo. No se lo dejes todo a él, porque se agota.
Ahora, si resulta que que tú tienes un corazón que cuidar porque directamente te han arrebatado el tuyo para darte el suyo, entonces las posibilidades de que te agotes son prácticamente nulas. Porque tienes algo por lo que vivir, y algo que te hace vivir.
Hay muchas personas que a simple vista son extraordinarias, e igual lo son. Pero hay otras que lo son aún en triple de increíbles, y esas son las personas que te marcan su nombre en tu corazón y dicen "aquí he estado yo, cuidando de ti, y me ha sido un placentero trabajo". La persona que recuerdas en un día ajetreado, ocupado y que igual estás hablando de fruta y te viene a tu mente la imagen de aquella persona que te cuidó, que respiró por y para ti. La persona que aunque no esté a tu lado la sientes dentro. Y te viene derrepente gracias a la marea de emociones, pensamientos y caminos erróneos que tiene tu cabeza.
Todo gira entorno al amor. Tu trabajas por amor, aunque sea hacia ti mismo. Al fin y al cabo.. siempre sentirás un hueco que rellenar en él.
Yo, estoy muy llena, a rebosar. A veces se desborda el amor que me llena por dentro en forma de agua dulce por mis ojos.
Y quizás, he llegado a tal punto de plenitud, que todo mi cuerpo se vuelve frágil, frágil pero inmune. Siento tanta paz en mi interior... Estoy tan tranquila conmigo misma... Que no tengo más que decir. Es una sensación tan... tan... genial, estupenda, confortable, de verdad la deseo a todo el mundo.
Ojalá, de verdad que ojalá sepa actuar cuando tenga que hacerlo, ojalá sepa hablar como debo, y ojalá consiga hacer feliz a la persona con la que me relaciono, porque de verdad de corazón que deseo que esta paz dure SIEMPRE.

domingo, 19 de junio de 2011

...

Me volvía loca esa forma de acariciarme la espalda que sólo tenía él. Notaba las yemas de sus dedos por mi piel como si fuesen plumas suaves. Esa forma de mirarme, con esos ojos profundamente azules.
-¿Sabes?, tienes una piel muy suave.- Su voz me provocó un nudo en el estómago.
-¿Sabes? tienes unos dedos muy listos.- Sonreí sin que me viese.
-Mis dedos conocen sitios que yo aún no he visto.- noté su risa pícara detrás de mi nuca.
Giré mi cuerpo boca arriba y contemplé su brillo, su sonrisa, sus mejillas rosadas. Sonreí de nuevo, esta vez sí que me vió. Me apoyé sobre los codos, y posé mis labios sobre los suyos, lentamente los movía, notando su respiración agitada.
-Te quiero.- musité.
-Te quiero.- repitió.

Estúpida.

-Te quiero.
-¿Qué? ¿Y te atreves a decírmelo ahora?.- La forma en que elevó la voz me asustó.
-Yo... pensé que no...
-Cállate.- Y me callé.- Acaso, ¿no sabías que aquella chica no era más que una trampa?, ¿no sabías qué significaban mis miradas?, ¿tan siquiera sospechabas de quién eran esas notas diarias en tu ventana?.- Sus ojos parecían presas de agua apunto de derramarse.
No sabía qué decir, tan sólo dejé que una lágrima se derramase en mi mejilla.
-Lo sien..
-Eres estúpida.- Su voz sonaba tierna. -Eres estúpida, pero te quiero como a nadie.
Y entonces me aferré a él.

Noches.

Cuando tienes sueño, te caes, cabeceas, quieres soñar con él. Con que estás en sus brazos, con que te acaricia el pelo mientras te mira apoyado sobre un brazo en la misma cama que tú. Cuando sobran las palabras cuando hay miradas. Que imaginas sus dedos enredados en tu cuerpo, en tu cintura, acariciándote las mejillas con la mayor ternura del mundo. Que deseas que te diga que te quiere. Que sea dulce, serio pero a la vez tolerante, que sepa susurrarte.
Todo esto se te ocurre tan solo cuando dices su nombre en alto. Acabas tu día, acabas tu momento para cerrar los ojos y sumergirte en un mundo irreal pero real a la vez.
Te gusta y lo sabes. 

Puzles, sacos y arena.


Puedes pasarte la vida escondiéndote de tus miedos y de todos tu deseos, mas no dudes que ellos te encontrarán siempre.
Cuando quieres algo, haces lo imposible por conseguirlo, cuando deseas que eso que quieres también te quiera a ti, ya sea un hámster, un libro, una persona, deseas que todo esté en perfecto estado, que todo encaje según tus sentimientos, que todo sea un puzzle de cuatro piezas muy lógicas y fáciles.
A veces te encuentras con que cada pieza de ese puzzle tiene otras cuatro más, y esas cuatro, cada una, otras cuatro más... y así sucesivamente.
Podemos pensar que visto desde lejos es una única pieza entera que forma un paisaje muy bonito.
Bien, después de explicar esta metáfora, apliquémosla a la vida real. El puzzle es tu vida, son tus momentos, tus deseos, tus objetivos, tus metas, tus logros, tus errores. Todos los vas formando tú mediante las piezas que encuentras en tu cabeza, buscas que encajen para poder formar una armonía en tu vida.
A veces por más que buscas una que encaje con la otra parte del gorro rojo de la señora de larga melena rubia, no la encuentras, sabes cómo es aunque no la hayas visto nunca, pero sólo habrá otra mitad como esa.
Muchas veces, sabes cuáles son las respuestas a tu vida, tus acciones e incluso tus problemas, pero no lo encuentras dentro de tu cabeza.
Tu interior se mueve constantemente, divaga sin parar, recorriéndo todas las partes de tu cuerpo. El amor, se siente hasta en las yemas de los dedos. La rabia, hasta en los dientes. Y el placer, te eriza todo tu cuerpo dejando la piel de gallina, provocándote un escalofrío que estremece cada recoveco de tu organismo.
Cada uno tiene una profundidad. Cada uno tiene un tope. A veces el interior se une con la profundidad. Es como un saco de arena. En el saco caben 3 kg de arena, si tú metes 2 kg de Arena cabrá a la perfección, y de hecho, sobrará un espacio equivalente a 1 kg. Si tú intentas meter 4 kg, la arena desbordará, y muchos granitos se perderán. No porque el saco no quiera tener 4 kg, si no porque no puede.
Por desgracia o fortuna, (según lo mires) la profundidad del ser humano a veces llega a ser infinita, pero la sensación sigue siendo agobiante cuando hay mucho interior.
Esa sensación de sentirte llena. Pero no "completa", ni tampoco "realizada". Es un relleno incómodo, porque no controlas el orden ahí dentro. Todo está desordenado, nada va donde tiene que ir. Entonces tu interior desorienta a los sentimientos. Los sentimientos se descolocan y mandan al cerebro todos los estímulos correspondiente que recibe del interior, por lo tanto... tendrás ganas de llorar de emoción, rabia, tristeza... tendrás ganas de gritar de rabia, de emoción, de tristeza... y tendrás ganas de reír y sonreír. Pero también tendrás ganas de no hacer ninguna de esas cosas. Sólo... "estar", "ser". Que algo sea como tenga que ser. Que no haya una calificación exacta para las cosas. La rabia no es mala. Simplemente es. ¿Quién decide que la rabia es mala?.
Simplemente hay veces en las que de tanto agobio, sufres, y al sufrir buscas un camino para no hacerlo, y al buscar encuentras piezas por el camino de tu vida que se te han caído de el saco de arena, y al encontrar la pieza del sombrero que te faltaba, terminas una zona del puzzle en la que se aprecia claramente qué es lo que hay dibujado en ella. Y al terminar una parte del puzzle, te vas acercando al tema del que trata el dibujo del puzzle, haciendo que tus sentimientos poco a poco se organicen más. Y tú lentamente y con paciencia te vas vaciando de tanta ponzoña inservible.
Un día cualquiera, a las 2:26 de la mañana, la persona que necesita escribir para liberarse.
Querida almohada, te debo mis desiciones.

¡!

-Narcisos!
-Son tus flores favoritas
-Cómo has podido encontrar tantas?
-He llamado a todas las floristerias de cinco estados, les dije que era la única manera de que mi esposa se casara conmigo
Ni siquiera me conoces!
-Tengo el resto de mi vida para conocerte.

El momento..

No mires atrás, no mires atrás.- Me repetí.- Con lo que te ha costado deshacerte de sus ojos, de su mirada, de sus labios, de su olor, no retrocedas, encontrarás uno que tendrá que deshacerse de otra al mismo tiempo, y chocaréis. Ahí será, entonces.- suspiré y seguí caminando con una lágrima en la mejilla.

Mundos reales, mi mundo, el tuyo.

Cuando desperté, abrí la ventana, dejé que la brisa de la mañana refrescase mi cara. Noté un escalofrío intenso en la nuca que recorrió mi columna. Me costó abrir bien los ojos, la luz intensa del cielo azul me cegaba.
Dejé que los pájaros me cantasen una nana de buenos días. Posé mis pies sobre el suelo, frío, como la brisa. Siempre he odiado ponerme las "zapatillas de casa", he llegado a desesperar mucho a mi padre por decírmelo tantas veces: "El suelo está sucio, hija", "ponte las zapatillas, que vas a pisar algún cristal", a veces con una simple mirada hacia mis pies bastaba. Me encantó tener ese flashback momentáneo al notar el frío del suelo en las plantas de mis pies. Otra brisa rozó mi espalda. Me miré al espejo, mi cara era similar a la de una fiestera que no había dormido más que dos horas. Pero no, la pintura se me corrió durante la noche. 
Antes de salir de mi habitación, miré a la ventana, la de las brisas, fijé mi mirada en las nubes que hacían un cielo perfectamente dibujado y dije: "Voy a por ti, realidad.". De nuevo una brisa intensa me recorrió el cuerpo, esta vez me estremeció sacudiéndome todo el cuerpo, nunca noté algo tan tierno, empecé bien mi día. Y esque puedo empezarlos todos bien.

sábado, 18 de junio de 2011

Ciego

Cierra los ojos, respira hondo, succiona cada partícula de oxígeno, cada pensamiento escapado, expulsa preocupaciones, agentes patógenos. Siéntete humana en el mundo. Siéntete persona. Siéntete viva, libre. Haz que tu vida sea personal, íntima, dirígela como quieras. Ni siquiera debería ser personal e íntima, o quizás sí... Haz lo que te de la gana con ella, es tu vida.

Simpleza

Cuando desayunas por las mañanas, cuando no hay nadie despierto mas que tú y tu sueño. Tu arrepentimiento de no haberte dormido más pronto la noche anterior. Desayunas casi sin hambre, pero sabes que luego las tripas te regañarán. Esa sensación de soledad acompañada. Esa mañana, ese momento del día tan especial, donde tu cabeza comienza a funcionar, tu corazón empieza a sentir, tus manos a tocar, los bostezos, las alegrías, las tristezas, los retos. Es por la mañana cuando todo comienza a funcionar.

Comisuras.

Recuerdo la nata que cubría tu sonrisa, te la quité con mi dedo índice acompañándolo de una carcajada llena de alegría. Aproveché para mancharte la nariz. Tú hiciste una mueca. Volví a soltar una carcajada. Era el turno de las sonrisas, de los recuerdos.

-

Creí que 
        te equivocabas 
                                        cuando decías que yo
                                                                                     era la 
                                        mujer de tu vida.

Sentirte pequeño.

Me gusta el tacto de la hierba sobre mi espalda descubierta, los tirantes de la camiseta están tan apretados que llegan a resultarme incómodos. Las manos yacen sobre la humedad que han dejado los aspersores del medio día. Las tengo tan relajadas que llego a notar el tacto intenso de la plata de mis anillos en mis dedos.
Mis piernas se encuentran muertas sobre el mismo material. Un escalofrío hace estremecer toda mi columna vertebral, una ráfaga de viento fresco mueve los mechones sueltos de mi pelo. Me pica la nariz, pero no quiero mover ningún músculo.
Las copas de los árboles agitan sus ramas con suavidad, resulta agradable el sonido de las hojas al moverse con tanta delicadeza. Algunas hojas no sobreviven a semejante ternura y se dejan llevar por el viento, que tras ellas va el oxígeno más puro.
Las nubes hacen formas con un contorno agresivo, forman sombras unas entre otras. Son apenas las ocho y cuarto de la tarde. Decido girar la cabeza hacia la derecha, el cielo se empieza a apagar cual vela. El turno del sol está llegando a su fin, le toca a la Luna, aunque ésta lleva esperando ya tiempo, la veía estando el cielo claro desde por la mañana. 
Vuelvo a girar la cabeza hacia en frente, vuelve a hipnotizarme las nubes, las hojas, las brisas...
Me pesan los párpados, no quiero cerrarlos pero la tranquilidad que me invade es tan interna que decido dejarme llevar por mi cuerpo. La luz del cielo se refleja en mi piel, siento como los insectos apoyan sus ligeras patas sobre mis extremidades. Es en ese momento en el que sientes que eres como un grano minúsculo de arena. Cantidad de árboles 4 metros más altos que tú te rodean en cualquier dirección, un cielo del tamaño del universo te cubre el cuerpo. Millones de estrellas miran tus ojos que ahora se encuentran tras una fina capa de piel.
Vuelvo a abrir los ojos. Un repentino lapsus recorre mi espalda, me levanto sin pensarlo. Mi cabeza sufre un mareo momentáneo que me deja aturdida durante unos instantes. Tengo las manos apoyadas detrás de mi espalda sujetando todo mi tronco con ellas. Noto como se impregnan de agua, de tierra, de hierbajos arrancados. 
No sé qué hacer, qué pensar, así que, vuelvo a cerrar los ojos y concentrarme sólo en los olores.
No soy un animal, el cual tiene el sentido del olfato muy trabajado, pero intento actuar como tal. Concentro mi energía en uno de mis cinco sentidos. Primero, me deshago de la vista. Luego, del gusto. Ahora, del oído. Por último y más difícil, del tacto. Sólo queda el olfato, ahora, ahora es el momento.
Reconozco el olor del rocío, aún yacía sobre las hojas más altas. También me invade un olor a mar intenso, sal. Madera seca, madera húmeda. El gusto me asusta con un sabor metalizado un tanto desagradable.
Me despertó del ensimismamiento un perro que ladraba ansioso a una mariposa. 

#

Es ese momento en el que te das cuenta de que no te conviene, de que hay otros muchísimo más fáciles que él y que te darán muchísimo más que él, pero tú, le quieres SÓLO A ÉL. Y nadie te hará cambiar de opinión, ni siquiera él mismo.

Dijimos.

-Creo que deberías haberme besado.- Mi tono sonaba decepcionado.
-Debería.- apenas pasaron dos segundos cuando contestó.
-¿Por qué no lo has..
Entonces me calló con un beso. Sí, prefería ese beso más que el otro.

☮♥